Thomas Friedman es uno de los columnistas y escritores más conocidos en los Estados Unidos. Desde hace más de año y medio ha sido uno de los más firmes soportes públicos de Barack Obama. Estas navidades ha publicado un artículo en el New York Times en el que apuesta por una completa modernización de las infraestructuras en Estados Unidos. Compara la conexión del aeropuerto JFK de Nueva York y el tren que une esta ciudad con Washington con el vehículo de los Picapiedra, mientras describe la alta tecnología del tren veloz que une el centro de Hong Kong con su aeropuerto. Termina aconsejando a Obama que su reto debería ser modernizar el país con infraestructuras como ésa. Hay una cosa que no dice Friedman. El tren ejemplar que describe en su artículo está fabricado por… CAF, en Beasain.
Hace un año y tres días, cuando Hillary Clinton todavía aventajaba en diez puntos a Obama en las encuestas, publiqué un artículo en este mismo periódico, en el que decía literalmente “que la corriente Obama marcará la agenda política de los próximos años”. Esto es hoy una evidencia. Un año más tarde estoy convencido de que la elección de Obama, en un momento de profunda crisis, es una clara oportunidad para nuestro tejido económico y para nuestra industria si aprovechamos las puertas que esta elección nos abre. Oportunidades que vienen dadas por:
- El triunfo de la economía real. Un norteamericano puede pasear por unos grandes almacenes, comprar todo lo que necesita para vivir y, posiblemente, salvo la leche y los huevos, todo esté fabricado fuera de los Estados Unidos. Mientras, los chinos, vietnamitas y tailandeses fabricaban, la economía americana acumulaba deuda. Ahora han venido los países fabricantes y productores de materias primas a cobrar la cuenta, y no hay dinero para pagarlo. Ante esta situación, se han alzado los proteccionistas con el inservible discurso antiglobalizador y el cierre de los mercados. Frente a la economía especulativa y el viejo proteccionismo, Obama apuesta por la educación y la tecnología como recetas para fabricar productos con elevado valor añadido. La única vía para crear empleos de calidad. Frente al fracaso de la economía financiera, plantea el impulso a la industria y la economía productiva. Para un tejido económico como el nuestro, abierto y capaz de implantarse por el mundo, el triunfo del paradigma de la economía real es una oportunidad.
- El gran reto energético. Para llevar adelante su política energética Obama ha designado a Steven Chu, premio nobel de física. La señal es clara. La energía va a ser el gran reto de la nueva administración norteamericana, y la ciencia y la tecnología el camino para llevar adelante ese desafío. Nuestro tejido industrial cuenta con empresas energéticas, ingenierías y fabricantes de componentes con capacidad de contribuir a estos desarrollos, y en muchos casos con una presencia relevante en el mercado estadounidense. Kennedy movilizó a una generación de americanos para llevar al ser humano a la luna. La eficiencia energética y las nuevas tecnologías en el sector energético van a ser el equivalente a la epopeya espacial kennedyana. Podemos y debemos estar en ella.
- La renovación de las infraestructuras. En los setecientos kilómetros que hay en la Costa Este, entre Boston y Washington, viven 46 millones de personas que potencialmente podrían montar en un tren de alta velocidad con cuatro estaciones. Esta línea uniría la capital Washington con la principal ciudad, Nueva York. Hoy, el tren más rápido de Estados Unidos, el Acela, tarda seis horas y media en hacer este trayecto, tres horas más de las que emplearía el AVE. Como dice Friedman, Estados Unidos cuenta con unas infraestructuras ferroviarias que sólo pueden entusiasmar a los Picapiedra y a los de nuestra plataforma anti-TAV. California todavía debate lo que puede ser el primer sistema concesional del país, con una colaboración público-privada, para unir de norte a sur ese estado. Nuestras empresas, con elevada tecnología, con experiencia y conocimiento en sistemas de concesiones y el adecuado apoyo financiero, están bien posicionadas para la ingente inversión en infraestructuras que la Administración Obama va a impulsar.
- La cooperación transatlántica. ¿Se han fijado ustedes que en muchos de los nuevos mapas mundi el Atlántico aparece en un extremo y que nosotros casi nos caemos por la esquina de la hoja? Es el símbolo de un mundo centrado en el Pacífico, en el que Europa es cada vez más irrelevante, y nosotros cada vez más periféricos en la propia Europa. La recuperación con la Administración Obama de la alianza entre Europa y Estados Unidos puede volver a hacer de la relación atlántica un eje importante en el liderazgo global y la estabilidad mundial. Eso no es baladí para la seguridad y convivencia en Europa, ni tampoco en términos económicos para los que podemos ganar en centralidad, en la medida en la que ese Atlántico que nos baña pueda ser centro estratégico y se aleje de la periferia que la persigue hasta en los mapas. La ruptura de complicidades durante los mandatos de Bush ha debilitado el liderazgo de Occidente en el mundo. Y el reforzamiento con Obama de la alianza entre Europa y los EEUU puede cambiar no sólo sus relaciones, sino también, y de manera fundamental, las relaciones con Rusia y China. En definitiva, la gobernanza mundial.
Vienen meses muy duros para nuestra economía. La irrupción de Obama no va a resolvernos los problemas. Nadie puede hacer los deberes por nosotros. Necesitamos estabilidad política, acuerdo en auténticas políticas de “estado” de forma que las apuestas estratégicas sean compartidas por gran parte del arco parlamentario, una priorización de la educación y la formación como el auténtico reto nacional, impulsar las políticas científicas y tecnológicas emprendidas, dar un tamaño crítico y una estabilidad accionarial a nuestras corporaciones, así como favorecer la financiación de nuestro tejido productivo. Pero si cumplimos estas tareas, y si alineamos el mundo político y el económico vasco en esta dirección, el período Obama no será sólo una esperanza. Será una oportunidad real para el desarrollo y bienestar de nuestro país. Con determinación, podemos hacerlo.
Josu Jon Imaz
Presidente de Petronor