Un pasaporte para la seguridad

La pandemia nos está obligando a mirar el mundo y a mirarnos de manera diferente. Son tiempos para intentar comprender la complejidad del nuevo guion que abruptamente se ha apoderado de nosotros.

Momentos para recuperar la memoria, entender la importancia de la casa común europea y valorar el papel de los Fondos Estructurales en la modernización de España. Sin memoria se fragiliza nuestro futuro. Elevemos la mirada y convirtamos el patriotismo constitucional de Habermas en patriotismo europeo. No hay soberanía nacional sin soberanía europea en el siglo XXI. Sin Europa todos estaremos al pie de los caballos más negros de la historia occidental.

Este es el punto de partida para abordar el necesario pacto de Estado. Su objetivo no es otro que articular una estrategia económica y tecno industrial, defenderla en la casa común y ser parte activa en el ecosistema tecnológico e industrial europeo. Transformemos la amenaza en oportunidad. El sufrimiento, en coraje para superar los obstáculos. No hay éxito a largo plazo sin sufrir en el corto y sin estrategia.
Siguiendo a Morghentau, debemos elegir entre sabiduría y estupidez política. La sabiduría conlleva gestionar inteligentemente el principio de subsidiariedad. Éste no es un principio constreñido a los juristas. Es un principio de eficiencia en la gestión pública. Aquí descansa la solvencia y la confianza que demandan los mercados.

La pandemia nos está llevando a una deuda sin precedentes en la historia contemporánea. A una tensión geopolítica en diferentes planos que se le suma el riesgo de devaluación de nuestros valores democráticos occidentales …y una panoplia de problemas estructurales que obliga a entendernos, porque como decía la canción, “o nos salvamos todos, o no se salva ni Dios”. Este fue el lema de Monnet, De Gasperi, Adenauer, Schuman y Spaak, entre otros. Y también fue el lema de nuestra transición. Ahora, con más motivos, no lo podemos olvidar.
El pacto de Estado es imprescindible. Exige rigor y trabajo silencioso. Consenso para tener una agenda con visión estratégica. Un pacto no es una carrera para barrer cada uno a su huerto. Nuestra seguridad está en juego. Somos la frontera con un continente africano muy delicado, que la pandemia lo fragiliza aún más. Sectores relevantes en la economía de algunas regiones se ven afectados y su deterioro aflora el riesgo de consolidar una economía opaca.

La inseguridad se transforma en una ola gigante que impacta en la estabilidad social. Por ello es imprescindible focalizar la energía en la preservación y consolidación de nuestra economía productiva.

No es un asunto menor contemplar en el pacto de Estado la Defensa como un pilar de primer orden para reforzar nuestra posición en el ecosistema tecno industrial europeo. Es inadecuado contemplar lo civil y la defensa como mundos contrapuestos. La tecnología y la industria son un todo, máxime ahora.

Nuestra competitividad esta en directa relación con la capacidad para movilizar, en innovación abierta y estratégicamente concertadas, a empresas, centros tecnológicos y universidades. Tenemos experiencias en nuestro entorno europeo que avalan la importancia de esta estrategia para poner en valor industrialmente la estrategia de innovación tecnológica y dotar de competitividad a la industria nacional. La economía del presente siglo así nos lo exige.

El pacto de Estado es el medio para situar la política tecnológica e industrial en el corazón de nuestra competitividad y bienestar. Pongamos el foco en reformar estratégicamente lo existente. No convirtamos el Pacto de Estado en un sainete de denominaciones y de ocurrencias. Sumemos conocimiento con experiencias y pongámonos a trabajar.

Dos últimos apuntes De un lado, nuestra mirada a la geoeconomía iberoamericana. Su futuro es nuestro futuro. Su economía productiva nos ofrecerá un espacio económico relevante en la nueva geopolítica económica y tecnológica de las próximas décadas. No es un tema menor y necesita una respuesta pragmática.

De otro, la importancia de contemplar la industria creativa y la cultura en el pacto de Estado. Sin industria creativa difícilmente seremos un polo de interés para la industria audiovisual y referencia para el mundo latino. Y sin cultura el alma de un país se marchita.

EMILIANO LÓPEZ ATXURRA