Las aguas naturales sulfurosas y sus cualidades medicinales son conocidas desde hace milenios. A principios del siglo XX muchos médicos propusieron habilitar balnearios en este tipo de manantiales, con carácter médico y prescripto como tratamiento curativo. Este es el caso del balneario del Bao, en Abanto Zierbena.
Fue en 1885, durante las obras de construcción del ferrocarril de Triano, cuando se detectó el manantial de aguas sulfurosas en Zierbena. En 1917 el médico leonés Antonio Tohaces, que ejercía en Ortuella, inauguró una casita con 2 bañeras y duchas, llamado “Fuente Milagrosa de El Bao”, según datos del Centro Trueba.
Las características de estas aguas posibilitaron el tratamiento natural de patologías diversas, pero en la actualidad son las empresas farmacéuticas las encargadas de investigar y desarrollar nuevos fármacos, que obtengan mejores resultados que los propios de estas aguas naturales, que se encuentran a veces en nuestro entorno próximo.