El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha puesto el énfasis en los “graves errores” que se han cometido en política energética, siendo “el más importante el de someterla totalmente a las políticas ecológicas. Así, sin matices”. “Siendo importante la descarbonización, política energética no es sólo descarbonizar. Es en primer lugar garantizar la seguridad de suministro. Para eso necesitamos invertir en renovables, por supuesto, pero hay que invertir también en las energías que vamos a necesitar en los próximos años, es decir, en seguridad de suministro”, enfatizó en el Foro ‘Objetivo Actualidad’ del diario El Correo, celebrado ayer.
En su opinión, “en Europa olvidamos que la energía tiene que ser competitiva, asequible, con un precio que las familias y las industrias puedan pagar. Nos hemos dotado de un sistema energético caro en nombre de la sostenibilidad, y nos encontramos con que perdemos competitividad y empleo industrial por los altos precios de la energía”.
Imaz denunció la “falsa sostenibilidad, porque esa industria que expulsamos de Europa por los altos precios energéticos se va a China o a terceros países donde los procesos son menos eficientes y emiten más CO2, más todo el CO2 que emite el traer estos productos a Europa”. Según señaló, “los consumimos aquí, aumentamos nuestra huella de CO2, pero estamos satisfechos porque en Europa reducimos emisiones. Pero es un ejercicio de hipocresía. Hoy, sólo el sector del acero y el cemento chinos emiten más CO2 que todo Europa”.
En ese contexto lanzó “un decálogo de reflexiones y propuestas para recuperar una política energética que busque la sostenibilidad y la reducción de emisiones, pero que a su vez garantice la seguridad de suministro y la competitividad de la industria europea”. En la lista está, por ejemplo, que “las políticas de industria y energía tienen que volver a tener identidad y ambiciones propias en los gobiernos europeos. No deben seguir supeditadas a las políticas climáticas” y que, además, “debe frenarse ese afán prohibicionista de las tecnologías energéticas”.
También apostó por “acabar con el mantra de que hay que electrificar más la economía”, por “evitar la redundancia de infraestructuras” o por no caer en “la especulación financiera con los precios del CO2” ni en “una movilidad para los ricos”.
Imaz defendió que “el motor de combustión es parte de la solución” y se mostró seguro de que en 2035 no se prohibirá esta tecnología. “No será así, porque gobiernos responsables han empezado ya a poner encima de la mesa que los combustibles renovables, gasolinas y diésel sostenibles posiblemente emitan menos CO2 en su ciclo de vida que los eléctricos, con todas sus emisiones en la minería de metales en China o el alto consumo en la fabricación de baterías”, explicó.
Finalmente, apostó por “usar toda la cadena de valor de los residuos urbanos, los subproductos agrícolas, ganaderos y forestales para producir energía” y, pese a las dificultades, llamó a las empresas a “arriesgar, a apostar”, poniendo como ejemplo de ello a Repsol y a Petronor.