La primera medida no es otra que ser consciente del peligro del calor. El golpe de calor es un cuadro médico grave que exige estar atentos a los síntomas para poder evitar consecuencias no deseadas.
Entre los síntomas más evidentes destacan dolor de cabeza, fatiga, somnolencia, calambres musculares, náuseas y desorientación. Asimismo, piel caliente, seca enrojecida, escasa sudoración y elevación de la temperatura corporal.
A modo preventivo conviene beber agua cada 20 o 30 minutos, evitar exposiciones prolongadas al sol y hacer comidas ligeras (ensalada, zumos, verdura, fruta). Es recomendable no consumir bebidas alcohólicas para combatir la sed.
Caso de ser testigo de algún golpe de calor, es preciso trasladar al afectado a un lugar a la sombra, fresco, ventilado y tranquilo. Colocar la cabeza erguida. Refrescar mojando la ropa y aplicando compresas de agua fría en la cabeza. Dar de beber agua con sal o bebida isotónica. Si está inconsciente, comprobar respiración, y si no respira realizar reanimación cardiopulmonar.