Al mismo tiempo, plantea nuevas metas de reducción de su indicador de intensidad de carbono sobre la base del año 2016: del 10% en 2025, del 20% en 2030 y del 40% en 2040, para avanzar hacia las cero emisiones netas de CO2 en el año 2050.
Esta ambición conlleva orientar su estrategia, actividad e inversiones a nuevos y más exigentes planes de negocio alineados con la transición energética y el cumplimiento de los objetivos de cambio climático del Acuerdo de París, para reducir a menos de dos grados centígrados el aumento de la temperatura del planeta.
En este contexto, la compañía asume un nuevo escenario de precios de crudo y gas consistente con los objetivos climáticos del Acuerdo de París. Su aplicación conlleva una corrección del valor contable de algunos activos del Grupo, con un impacto de unos 4.800 millones de euros después de impuestos, lo que minorará el resultado específico de 2019, pero no afectará ni a la generación de caja ni a la retribución a los accionistas, que se encuentra entre las más atractivas de la bolsa española y de su sector en el mundo.
En el área de Upstream se priorizará la generación de valor y de caja sobre el aumento de la producción. En las operaciones industriales, se mantendrá la actual posición de liderazgo en rentabilidad del refino y se sumarán objetivos de descarbonización más exigentes, junto con un aumento de la producción de biocombustibles y productos químicos de baja huella de carbono. En los nuevos negocios se asume un objetivo más ambicioso de generación eléctrica baja en carbono para 2025.
Este nuevo y más exigente escenario servirá de base para el Plan Estratégico 2021-2025, que se presentará al mercado y a los inversores en la primera mitad de 2020.