La histórica movilización de estos fondos, tanto en términos monetarios como de compromiso federal, tiene una visión y una misión estratégicas: reforzar y dimensionar la cadena de valor tecnológica e industrial de la Unión para competir con garantías de éxito con China y competir/cooperar con EEUU.
Conviene no perder la perspectiva del porqué de los fondos europeos. No es el maná, es la herramienta para muscularnos como País. Para ello es preciso disponer de estrategias sólidas, tanto en el sector público como en el privado, para optimizar todos los activos y consolidar nuestra posición.
La pandemia ha aflorado los riesgos a los que se enfrenta el sistema tecno industrial europeo y sus debilidades estructurales en un sistema mundo evolucionando hacia el eje Indo-Pacifico. El acuerdo del gobierno de coalición en Alemania, la presentación de las líneas maestras de la presidencia francesa del consejo de la Unión y el acervo común, tanto del eje franco-alemán como de las instituciones comunitarias, nos muestran las preocupaciones nucleares. Es decir, el debilitamiento de la autonomía estratégica de Europa conllevará el declive de nuestro bienestar y de nuestra seguridad.
En el orden internacional, los 447 millones de ciudadanos de la Unión Europea tienen ante sí la fortaleza demográfica de los 1.411 millones de China decididos a liderar tecnológica e industrialmente el universo de 8.000 millones de personas que buscan un bienestar equivalente al nuestro.
Las proyecciones de la Comisión Europea respecto al PIB mundial en 2019, 2040 y 2050 son muy ilustrativas. La UE pasará del 18,3% de 2019 a 12,3% en 2040 y a 11,2% en 2050. EEUU descenderá del 22,9% actual, a 16% en 2040 y hasta 14,3% en 2050. China subirá del 16,9% de 2019 al 20% de 2050, ocupando la primera posición. Y, en 30 años, India emergerá como nuevo actor, pasando del 3,3% al 12,8% de 2050, superando a la Unión Europea. Son evidentes la tendencia y la urgencia del renacimiento de Europa.
En este orden europeo, los intereses geopolíticos internos están ya articulando regiones paneuropeas que tienden a fagocitar las capacidades hacia el centro y norte de Europa, con protagonismo del espacio hanseático y reforzamiento del entorno alpino. En este escenario, España y Portugal necesitan que la movilización de fondos europeos sirva para transitar hacia una futura Comunidad Ibérica Económica, con activos de orden geopolítico para los intereses de la Unión Europea, y de orden tecno industrial para conseguir que el triángulo Francia-Alemania-Italia se transforme en cuadrilátero junto con la Comunidad Ibérica como actor no menor.
El País Vasco tiene cimientos para ocupar un papel protagonista dentro de la Comunidad Ibérica. Nuestra capilaridad industrial, base tecnológica, formación y ubicación geográfica apuntan en esa dirección. Estos activos juegan un papel esencial pero no serán suficientes si no se trabaja con visión estratégica, coraje y consistencia para alcanzar nuestro objetivo de ser una región dinámica, congruente y segura en el seno de la Unión. Seamos sinceros en el análisis de nuestras debilidades y construyamos con cooperación y cohesión nuestro futuro. El 2030 lo estamos construyendo o destruyendo ahora.
Para terminar, tres apuntes a subrayar. Uno: los fondos deben servir para dotarnos de un sistema tecno industrial sólido y competitivo en el horizonte de 2030. Dos: no hay fortaleza sin un sector público eficiente. Y tres: las sociedades avanzan cuando hay estabilidad, cuando la educación básica es excelente y cuando hay cohesión.
Emiliano López Atxurra
Presidente de Petronor