Este proyecto, – enmarcado dentro del convenio de colaboración firmado entre Petronor y el Obispado de Bilbao para enriquecer programas de investigación e implantación de energías limpias, tanto como generadores y consumidores, e intensificar y expandir sus relaciones-, supuso la constitución de una de las primeras comunidades energéticas surgidas en Euskadi al amparo de la normativa que permite compartir entre varios usuarios el consumo eléctrico generado por una instalación de energía renovable. Para ello, se habilitó una planta de generación eléctrica fotovoltaica de 100 kW en la cubierta del edificio. Más tarde, se abrió a los inquilinos del inmueble la posibilidad de hacerse miembros de esta comunidad energética.
Entre las ventajas para quienes forman parte de ella se encuentra el acceso al autoconsumo de energía renovable, producida en el mismo edificio. Además, de manera adicional a la energía solar generada, se cuenta con una comercializadora que complementa el suministro de electricidad con garantía de origen sostenible. Junto a ello, el diseño de las instalaciones y la compra mancomunada de energía aseguran a los miembros el máximo ahorro en su factura energética, sin necesidad de hacer frente a inversión alguna y sin compromiso de permanencia.