Los congrios de Covarón
En las cuevas y grietas submarinas de ambas márgenes de la Playa de La Arena, en los acantilados rocosos de Covarón y en el Astrón, habita el pez mayor de la costa vasca, el congrio, capaz de alcanzar los 2,5 metros y un peso de 50 kilos, si bien los que habitan en estos fondos costeros no suelen superar los 25 kilos.El congrio (Congrer congrer) abunda en todos los fondos rocosos cantábricos, desde los tres hasta los 500 metros de profundidad. Los ejemplares de mayor peso y tamaño habitan las profundidades superiores a los 30 metros, pero se pueden encontrar ejemplares de hasta 25 kilos muy por encima de esta cota incluso a sólo cuatro metros de la superficie. Por lo general los machos suelen ser mucho menores que las hembras, pues no suelen superar el metro de longitud, mientras que éstas alcanzan los dos metros.
Además de en el Cantábrico, también está presente en el Mediterráneo, en las costas orientales del Atlántico desde Noruega hasta las islas Canarias y en la mitad occidental del mar Negro.
El cuerpo cilíndrico del congrio, de color gris acerado en el dorso y blanquecino en el vientre, carece de escamas. Toda su superficie está recubierta por una mucosa que segregan sus numerosas glándulas cutáneas, lo que le convierte en un animal sumamente escurridizo. Su línea lateral está repleta de pequeños puntos blanquecinos, son los poros por donde segrega la mucosidad.
Los ejemplares jóvenes, menores de 50 cm, son muy similares a las anguilas, de las que se diferencian en que su mandíbula superior sobresale sobre la inferior. Asimismo, la aleta dorsal. del congrio nace inmediatamente detrás de las aletas pectorales, mientras que en la anguila está situada más atrás. Los ejemplares que vivene gran profundidad son de color más claro que los que habitan en las cercanías del litoral, que son casi negros.
Nocturno y sedentario
De carácter nocturno y sedentario, el congrio permanece oculto en su agujero durante el día. Al anochecer abandona su refugio para partir en busca de peces, crustáceos y moluscos, su alimento habitual, aunque siente una predilección especial por las jibias, los pulpos y las nécoras. Cuando las primeras luces del alba invaden la oscuridad de sus dominios, el congrio da por terminada la caza y se retira a su agujero.
Si la cacería ha sido fructuosa, el congrio se introduce en lo más recóndito de su cubil, pero si por el contrario, las presas han sido escasas y no ha podido saciar completamente su apetito, asomará levemente el hocico a la entrada de su agujero y aguardará allí, acechante, la aparición de algún pececillo o molusco del que poder alimentarse. La voracidad de los congrios es tal que las grandes hembras llegan a devorar en ocasiones a sus congéneres del sexo puesto.
El congrio se desplaza por medio de movimientos ondulatorios similares a los de las serpientes. De este modo avanzan velozmente, y pueden hacerlo indistintamente hacia adelante y hacia atrás.
El mito de su agresividad
Las leyendas marineras y los pescadores submarinos han descrito en multitud de ocasiones al congrio como un feroz y agresivo monstruo que no duda en atacar a quien se aproxima a su agujero. Pero la verdad es totalmente distinta. Los biólogos marinos han demostrado que el congrio es un pez manso, tranquilo y extremadamente confiado, que jamás ataca al hombre o al submarinista que se acerca a su refugio. Ni siquiera hace frente a su agresor cuando es arponeado; aunque se encuentre gravemente herido, intentará desesperadamente desembarazarse del arpón para batirse en retirada.
Contra el testimonio de muchos submarinistas, pescar un congrio con arpón no encierra dificultad alguna y mucho menos una muestra de valor. Su confianza es tal, que deja acercarse la mortífera varilla del fusil a escasos centímetros de su cabeza sin apenas inmutarse.
Solamente al manipular a un congrio herido se corre el riesgo evidente de ser mordido. Y dada la extraordinaria corpulencia de las mandíbulas del congrio, el mordisco puede incluso seccionar los dedos del desdichado que se ponga a su alcance. Pero este acto defensivo no se puede confundir con una muestra de fiereza o agresividad. La realidad es que el congrio es uno de los peces más confiados y pacíficos de nuestra costa, y la leyenda de su peligrosidad no obedece más que a las imprudencias cometidas contra él.