Lubina, reina de las mareas
Uno de los peces más apreciados de la playa de la Arena, que remonta varios centenares de metros el río Barbadún, es la lubina, un pez que habita en los acantilados rocosos costeros batidos por el oleaje, entrando en las turbulentas y salobres corrientes de los estuarios.Su gran capacidad para soportar variaciones espectaculares de salinidad y temperatura no evita que cuando las tormentas empobrecen el oxígeno del agua este serránido se vea en la necesidad de ascender a la superficies, donde aparece como adormecido. Y lo mismo le sucede en el momento álgido de las bajamares que acontecen los días de mareas vivas.
Sin embargo, en condiciones normales procura camuflarse cerca del fondo, entre remolinos y corrientes. Si el mar se enfurece se acerca a las playas poco profundas y a las rocas batidas por las olas. En cambio, cuando llega la tranquilidad no se acerca a la costa y busca fondos alejados, especialmente cercanos a islotes, en los que se concentra.
Los ejemplares jóvenes, llamados lubinetas, suelen vivir en pequeños grupos, en aguas más superficiales que los adultos, quienes a menudo descienden hasta fondos de más de cien metros de profundidad o se alejan de la costa a partir de finales del mes de octubre para regresar al comienzo de la primavera.
HUEVOS EN ROSARIO
Cuando el invierno va dando paso a la primavera comienza la época reproductiva de las lubinas cantábricas, periodo que se prolonga hasta agosto. En cambio, las del Mediterráneo la inician a mediados de diciembre y la finalizan hacia marzo.
La influencia que tiene la temperatura del agua en el proceso de maduración sexual es manifiesta, ya que si bien los machos mediterráneos son adultos sexualmente hacia el segundo año de vida y las hembras al tercero, los del Cantábrico no maduran hasta los cuatro o seis años y las hembras lo hacen entre los cinco y los ocho.
Durante la freza los machos persiguen a la hembras, fácilmente reconocibles porque se encuentran con el vientre hinchado. Tras rozarse entre sí la excitación éstas expulsan varios rosarios de huevos de 1,20 milímetros de diámetro cerca del litoral en fondos rocosos poco profundos, bajo grandes planchas rocosas o entre algas y rocas, aunque ocasionalmente desovan en lugares arenosos más profundos comprendidos entre los 30 y los 50 metros. Estos huevos, rociados seguidamente por el esperma de los machos, ascienden a la superficie, donde forman parte del plancton hasta que eclosionan al cabo de aproximadamente una semana.
En los primeros estadios de su vida, las larvas son pelágicas, si bien cuando ya miden en torno a un centímetro de longitud se van acercando a la costa para adentrarse en los estuarios y nutrirse con diminutos crustáceos. Su crecimiento a partir de entonces es muy rápido, dada su voracidad. Aunque los individuos jóvenes de menos de 25 centímetros de longitud se nutren básicamente de moluscos bivalvos, calamares, crustáceos, pequeños cangrejos, quisquillas y gambas que obtienen removiendo el fondo con su cola, a medida que se convierten en adultos y maduran sexualmente su régimen alimenticio varía y se basa en anchoas, sardinas, chicharros, lanzones, moluscos y crustáceos que atrapan tanto en solitario como en grupo, persiguiendo bancos de peces pelágicos.
UN CRECIMIENTO MUY VARIABLE
A pesar de presentar un crecimiento muy variable, en función de la temperatura y del tipo de medio en que se encuentra, bien sea mar abierto o estuario, durante el verano se incrementa notablemente y las hembras se desarrollan con mayor rapidez que los machos. Se ha calculado que un ejemplar de cinco años mide unos 40 centímetros y pesa aproximadamente un kilo y medio, mientras que otro de catorce años alcanza 90 centímetros de longitud y casi once kilogramos de peso.