Hemos entrado en un proceso de urbanización acelerada del mundo y aflora el protagonismo de la geo-economía urbana del Sudeste asiático, impulsado tanto por el deseo vital de su supervivencia como por el hambre de futuro de miles de millones de personas. Paralelamente, la deforestación por necesidades agrícolas y energéticas no es un tema menor. Todo este cóctel de realidades conlleva impactos en el clima de las diferentes acciones humanas y hace imprescindible abordar el desafío de la sostenibilidad de la vida humana.
En este contexto, es ya recurrente hablar de la brecha Norte/Sur y de las profundas transformaciones que estamos viviendo en la sociedad internacional. Y en nuestro caso, más aún en estos dos días, nos corresponde hablar de la ciudad y de la movilidad sostenibles y, por consiguiente, de los desafíos de convivencia en los sistemas urbanos.
El gran objetivo no es otro que reducir la huella del carbono. Un objetivo que debe conciliar con el crecimiento socio-económico de un mundo mucho más amplio y diverso que el de nuestra Europa. Todo ello nos obliga a los europeos a definir, diseñar y ejecutar estrategias que contemplen el mundo en la complejidad y diversidad del siglo XXI.
Sin embargo, lo cierto es que nuestras fronteras mentales nos están llevando a propuestas retóricas y simplistas, demasiado distanciadas de las necesidades reales de la competitividad tecno-industrial europea y de la consecución de liderazgo de nuestro modelo socio-económico.
La reducción de la huella de carbono y la sostenibilidad del ecosistema son el objetivo. Conseguirlo, va a exigir sólida gobernanza, protagonismo tecnológico, fortaleza industrial y, en definitiva, liderazgo europeo. Correremos un grave riesgo en nuestro bienestar socio-económico si desatendemos el interés europeo y su inserción en el mundo real. Dicho de forma muy concreta: no podemos despistarnos con estrategias que debiliten la fortaleza tecno-industrial europea y no contemplen la huella de carbono global. Es decir, tenemos que:
- Reforzar nuestras posiciones porque es la única manera de proseguir en el camino de la descarbonización sin debilitarnos industrialmente.
- Afrontar con rigor una descarbonización asentada en la neutralidad y optimización tecnológico-industriales al servicio de las personas.
- Fortalecer la estrategia en la reducción de la huella de carbono liderando la eficiencia y la sostenibilidad energética en el hábitat urbano.
En esta estrategia, y dado que no hay transición energética sin fortaleza tecnológica e industrial, las ciudades se convierten en las protagonistas de la transición energética, no en vano la innovación tecnológica está en el corazón de las políticas urbanas, en las que se residencia el desafío de la sostenibilidad del mundo.
Es la ciudad el ecosistema donde la política de descarbonización adquiere toda su dimensión real. La ciudad ha sido, es y será, a través de las tecnologías urbanas y sus necesidades energéticas y de movilidad, el espacio, la Polis, donde se materializan los avances tecnológicos que permiten urbes más sostenibles. El lenguaje de la civilización humana se desarrolla en las ciudades. La vida urbana es el crisol donde se amalgaman todas las oportunidades vitales personales y colectivas. Las innovaciones tecnológicas han transformado la vida urbana y en el mundo global han sido y son los nodos donde se despliega la inteligencia y la cooperación humana.
Energía y movilidad han sido vectores clave en la evolución de las ciudades y lo seguirán siendo. Ahora más que nunca. La cuarta revolución industrial, al igual que las tres anteriores, transformará las diferentes arquitecturas, desde la planificación urbana a la gobernanza económica y fiscal, pasando por la política de movilidad, sobre las que ha pivotado la evolución de las ciudades desde el siglo XIX hasta el presente. Afrontar este desafío requiere pensar de manera diferente. Es imposible gestionar la integración de las nuevas tecnológica de la cuarta revolución industrial en la ciudad con los obsoletos paradigmas de gestión que corresponden al viejo mundo tecnológico.
Urge pensar diferente para seguir profundizando en los valores de ciudadanía. La sostenibilidad es el eje de la gobernanza de las ciudades y promueve la tecnología como factor de civilización democrática y de cohesión social. En definitiva, para poder seguir la senda de todas las mujeres y hombres que han hecho posible que hoy, las ciudades sean espacios de civilización, solidaridad, creatividad y, sobre todo, espacios de libertad.
Confío que este congreso sirva para seguir reflexionando en la gestión inteligente de la sostenibilidad de las ciudades como objetivo estratégico. Para ello, la cooperación público privada es esencial. Las empresas no somos nada sin una gobernanza pública eficiente y los poderes públicos no son nada sin empresas eficientes y con futuro.
Muchas gracias
Emiliano López Atxurra