El objetivo es capacitar a las nuevas incorporaciones. “Rescatamos a cuatro empleados jubilados para que nos apoyaran en unos cursos para quienes acababan de entrar a la refinería” explica Máximo, pero la iniciativa ha crecido y ahora participan en ella los trabajadores a los que les quedan un par de año para retirarse. “Es una forma de que su conocimiento se quede en la empresa y, a la vez, un reconocimiento a su carrera”. De hecho, muchas de las labores de la refinería requieren cierto grado de experiencia: ningún operario se queda solo hasta haber completado un periodo de siete meses de prácticas supervisadas.
Las instalaciones de Petronor emplean a cerca de 1.000 personas y en la plantilla conviven diferentes generaciones, “lo que, sin duda enriquece el trabajo de la compañía. Si no, seríamos una industria anclada al pasado y abocada al desastre” añade Domínguez.
Las nuevas generaciones que se van incorporando a la sociedad “tienen más conocimientos y estudios que las anteriores, pero les falta bagaje”, apunta el coordinador de personas. Entre los perfiles más demandados por Petronor en los próximos años estarán los relacionados con la mecánica convencional y la mecánica de fluidos, además de electricistas y caldereros, entre otros.