Antes de nada quisiera traer a nuestra memoria la figura de José María Arizmendiarreta, porque si bien es bueno aprender de las mejores lecciones que nos ofrece el mundo, tanto en el plano académico como de diferentes experiencias en materia de políticas industriales y gestión empresarial, no es menos bueno releer con mentalidad abierta sus ideas fuerza porque en ellas se condensan muchas de las actitudes necesarias para abordar los desafíos empresariales a los que nos enfrentamos en la próxima década. Más concretamente, su apuesta por la educación, porque este es el punto de apoyo natural e indispensable para afrontar la decisión de ser dueños de nuestra propia vida. Siguiendo con su apuesta por la iniciativa, al considerar que más vale equivocarse que no hacer nada, porque equivocándose se acaba aprendiendo a acertar. Y concluyendo que, como ya apuntaba Pedro de Axular a principios del siglo XVII: “Ogirik ez dakusat biltzen, hazirik erein gabe”. Es decir, que no hay cosecha sin siembra, ni nada se produce por generación espontánea.